NUEVO RSIF: retos y. Oportunidades para las empresas de refrigeración.

Os dejamos el artículo de nuestra Directora General publicado en la sección Enfoque de la revista Climaeficiencia.

LA OPORTUNIDAD MÁS PODEROSA que ha traído la última modificación del Reglamento de Seguridad de Instalaciones Frigoríficas (RSIF) ha sido enmarcar los retos del sector de la refrigeración en forma de instrucciones técnicas.

Desde la publicación del borrador y posterior aprobación del texto, hemos sido receptores de innumerables opiniones sobre las modificaciones efectuadas, la mayoría desde un punto de vista técnico, muy centradas en sus Instrucciones Técnicas. Esta visión técnica, que por supuesto es necesaria en el sector que nos movemos, obstaculiza no obstante, una visión más amplia del tema ya que, a nuestro entender, el nuevo reglamento afecta a las empresas del sector a un nivel más profundo.

Si nos fijamos en las Disposiciones Generales y en el articulado del reglamento, más que en las Instrucciones Técnicas, se comienza a tener más claro el porqué de la modificación, e incluso a poder adivinar que ésta no va a ser la última que se realice a medio plazo. Esta continua actualización de procesos técnicos, nuevas tecnologías y adaptación a reglamentos europeos en constante evolución plantea a las empresas del sector escenarios en los cuales no se han manejado nunca.

El sector de la refrigeración, si atendemos a los cambios normativos, ha sido durante mucho tiempo demasiado estático. La modificación de 2011 del RSIF fue tomada por las empresas como un hecho puntual de actualización y no como un primer paso en una continua evolución que han de acometer. Ejemplo de esta evolución la tenemos en las normativas que afectan al manejo de los gases refrigerantes (795/2010, 115/2017, 842/2006, 16/2013,517/2014…).

Este constante desarrollo normativo es ya una realidad y las empresas del sector han de evolucionar con la misma rapidez que lo hacen las normativas. Pero esta evolución de procedimientos técnicos coincide con otros cambios a otros niveles como son la digitalización, la Responsabilidad Social Corporativa, el cuidado del medio ambiente, etc…

Cambio de rumbo

Si empezamos desde el principio, las Disposiciones Generales nos enmarcan hacia dónde debemos ir; no es tan sólo el espíritu que mueve las modificaciones, es el cambio de rumbo que tiene que experimentar nuestra mentalidad como empresarios, y como consecuencia, el desarrollo de todos nuestros procedimientos, controles y sistemas de medidas de nuestra actividad como empresas instaladoras. Las Disposiciones nos unen a unos objetivos globales de carácter europeo, como el cambio climático y la reducción de las emisiones es una prioridad, y la actividad que ejercemos es un eslabón vital para poder contribuir al cumplimiento de los mismos. La necesidad de la puesta en valor del sector es fundamental.

Si miramos de una manera global el nuevo RSIF nos presenta retos y oportunidades que deben ser claves para fijar nuestros objetivos a corto y medio plazo:

1. El cambio tecnológico es ya una realidad, enfocado a la reducción de emisiones de CO2 a la atmosfera. Se traduce en el uso de gases naturales, gases de bajo PCA y la gran apuesta del nuevo texto: los A2L, cuyo uso estaba limitados a empresas instaladoras de nivel 2 y que ahora se amplía a nivel 1, lo que implica una nueva línea de negocio.

Este nuevo enmarcado abre un nicho de nuevas instalaciones y de modificaciones de las ya existentes con larga durabilidad y desembocará en un ciclo de dinamización del sector en forma de inversiones. La Investigación y desarrollo adquiere importancia en la búsqueda activa de instalaciones más eficientes y responsables con el medio ambiente, que a su vez cumplan con los requisitos legales: montaje, control de fugas, procedimientos de medida y análisis.

Hasta los departamentos comerciales de nuestras empresas adquirirán relevancia, pues la forma de encarar la venta de un equipo / instalación para contrarrestar toda la desinformación que existe en este punto, será diferente. Nuestros departamento tendrá que reinventarse para poder dar soluciones más a medida a un parque de instalaciones que actualmente en España no es saludable.

2. Un cambio tecnológico, tal y como nos enmarca el nuevo RSIF, tiene que ir acompañado obligatoriamente de una Plan de Formación en nuestras empresas instaladoras. Un plan de formación que recorra: departamentos técnicos, departamentos comerciales y los grandes ejecutores: nuestros oficiales de campo. Volver a aprender es un reto: las limitaciones de los equipos cambian, los procedimientos de montajes se vuelven más exigentes, hay que volver a readaptar nuestra forma de ver el control de fugas. Y es urgente, -al amparo de este nuevo enmarcado, que no será el último- solucionar el gran problema del sector, que es la falta de personal cualificado. Esta línea, la IF19 con las entidades acreditadas para la certificación de personas, esperemos pueda ayudar a solventar un problema histórico.

Debemos tomar conciencia como empresarios y trabajar codo con codo con la administración para poder establecer un Formación Dual a medida, encaminada a la empleabilidad y a dar servicio a todo lo que la refrigeración va a demandar de manera masiva en los próximos años. Sin personal cualificado ejecutando es inviable cualquier progreso tecnológico.

3. La otra gran masa afectada es el usuario de las instalaciones de refrigeración. Los clientes finales se ven directamente afectadas por los cambios que el sector lleva realizando en los últimos cinco o seis años, y el nuevo reglamento también les va a afectar, aunque el articulado del Capítulo IV sobre titulares de las instalaciones frigoríficas en sí, no se haya modificado drásticamente, en lo referente a obligaciones. De hecho, uno de los mayores cambios que se perciben en el sector es la implicación de algunos clientes finales por conocer sus obligaciones, quizás provocado por estos continuos cambios.

En contraposición de éstos, existen también a día de hoy -y no pocas- instalaciones en funcionamiento sin el correspondiente registro. Para este tipo de instalaciones existentes, en la Disposición transitoria primera se da un periodo de tres años para darlas de alta. Este hecho plantea el reto a las empresas instaladoras de “convencer” a los clientes de registrar estos equipos que por los motivos que fueran en su momento no se registraron. La inacción de las autoridades durante tanto tiempo y el  nuevo procedimiento y plazo para registrar instalaciones no autorizadas (hay que recordar que en la guía del reglamento de 2011 ya se especificaba como hacerlo) han provocado que se normalice una situación en la que las empresas instaladoras nos veíamos obligadas a trabajar con instalaciones no regularizadas o la pérdida del cliente.

Cambio empresarial

Y por último, la columna vertebral que sustenta todo lo analizado será el empresario de empresas instaladoras. Se enfrenta a un cambio de mentalidad que obligará a cambiar incluso políticas empresariales. La inversión en las áreas de desarrollo de nuestra actividad es sustancial, pero no olvidemos que el retorno de la misma se debe medir antes de empezar.

Es sustancial la inversión en formación que debemos realizar. Es de carácter urgente planificar Planes de Formación en nuestras empresas, sin esta medida no podremos sobrevivir al cambio. Prioritario es también la inversión en nuevas herramientas de control y ejecución de nuestra actividad diaria, los nuevos refrigerantes y las consecuencias de no buenas praxis así lo requiere.

La reorganización de nuestras empresas en forma de procedimientos más actualizados en el desarrollo de nuestras tareas diarias como empresa instaladora, es la primera medida. La modificación de las instrucciones técnicas y los cambios que conllevan no enseña el camino hacia la digitalización, toda acción de nuestros equipos deben estar medidos,verificados y auditados.

Los que dirigimos empresas instaladoras debemos de tomar conciencia de la responsabilidad de ejercer esta profesión, y de aquí la modificación del RSIF en el artículo 12 apartado a y b , donde se especifica la responsabilidad mínima por siniestro, que según el nivel de empresa instaladora hablamos de un mínimo de 300.000 y 900.000 euros. Las preguntas que me hago es

¿Qué cobertura debemos tener anual? o ¿Cuántos siniestros podremos llegar a tener? Creo que aún nadie se ha percatado de esto. Las consecuencias de ejercer nuestra actividad, de una mala praxis de nuestros operarios, de una mala calibración en una puesta en marcha nos puede llevar a unas responsabilidades económicas que nos aboquen a la quiebra …

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